viernes, 30 de enero de 2015

Tenemos derecho...

Apreciados compañeros de viaje:
Bien sabéis que el mundo "opositoril" es como una gran montaña rusa, a veces sentimos rozar el cielo cuando salimos de un buen cante y otras, en cambio, parece que la respuesta está en el fondo de la cama, (y digo en el fondo de la cama porque buscar la solución a nuestros problemas a tequilazo limpio, podía parecer muy divertido en la fase universitaria pero impensable cuando eres opositor).

La pregunta es, ¿cómo superar esos días negros?
Una buena amiga, además de gran opositora me dio unos consejos y, tal vez, os puedan ayudar a vosotros
  1.  levántate siempre mirándote al espejo y diciendo "soy estupendo/a soy el/la mejor"
  2.  No olvides el deporte, ya sabes el dicho mens sana in corpore sano
  3.  Recuerda que las oposiciones son parte de tu vida, no la totalidad de ella. 
  4. Sonríe, es el mejor de todos los remedios. 
Y añado:

a) no olvides a la gente que te quiere, ellos también sacrifican parte de su vida esperándote verte triunfar.
b) No te engañes, seguramente habrás impuesto unos horarios que ni los de la mili en su peor época y, pese a ello, todavía no te han echado de casa. recuérdalo, TE QUIEREN.
c) quiérete mucho, te quedan muchos años en los que aguantarte a ti mismo y si tanta gente apuesta por ti es porque debes ser alguien excepcional.
d) Sueña, nunca dejes hacerlo, es una parte fundamental de la "carrera de fondo", soñar en nuestra meta, en nuestro objetivo; ser un soñador es uno de los superpoderes del opositor, ¡úsalo!


y por último, recuerda que tienes absoluto derecho a estar mal, despotricar, quejarte, llorar, gritar, decir "a la mierda" y no querer salir de la cama. Es totalmente legítimo pero recuerda, cada minuto llorando es un minuto menos para ser feliz. Un día malo está permitido, siempre que luego te levantes con la idea de que el mundo está hecho justo para ti. 

Ánimo y, como dicen los italianos, "piano, piano si va lontano"
¡Hasta la próxima guerreros!


sábado, 17 de enero de 2015

¡Sábado noche!

¡Hola a todos!

Hoy es mi turno (sí, sí, lo sé… ya era hora). Entre tantas lamentaciones, obviamente necesarias si reparamos en las horas que nos pasamos encerrados en casa, voy a hablar sobre algo que mucho opositor olvida: el recreo. Dentro de éste incluyo: ir a hacer un café con ése amigo que no ves nunca y que te detesta por ello; ir de compras con esa amiga que tiene la mano rota; salir a tomar unas cañas o directamente mover las caderas en algún antro; hacer deporte e incluso ir a pasear al perro (dejad de decirle a vuestro padre/madre/hermano que vaya por vosotros). Muchos opositores, encerrados en sus opozulos, olvidan que entre tanto cante y cronómetro, hay vida más allá (a mi parecer un elemento clave para triunfar o sencillamente no acabar mal del “coco”). Chicos, es sano vivir. 

No es la primera vez que escucho decir a algún opositor/a (y no digo nombres) que cuando sale a la calle, se siente mal porque está perdiendo tiempo de estudio, etc... Estoy plenamente de acuerdo con que no te puedes pasar todo el día tomando una caña o viendo pasar las horas, pero es inadmisible llegar al extremo de no salir. La mayoría de opositores, que tengo el placer de conocer, son recién licenciados, por lo general jóvenes que están viendo pasar sus mejores días, semanas, años por la cara y que ni se inmutan. Me incluyo, pero solo en lo de joven, porque revindico que aunque Carperi nos envíe, cada día, más actualizaciones y que las semanas parezcan no tener fin, hay vida más allá y que ir a tomar una cerveza, reírte de las cosas más superfluas, bromear, bailar, brindar y soñar es gratis (bueno lo de la cerveza quizá no tanto… pero es un gasto útil) y muy necesario para poder mirar al futuro con optimismo y entusiasmo. Yo me he propuesto no desfallecer a lo largo de este arduo camino, porque creo que la meta merece muchísimo la pena, pero sobre todo porque no me quiero dejar derrotar por falta de vida. Somos jóvenes y aunque parezca que todo está perdido, tan solo acabamos de empezar y quedarse en casa llorando por lo que todavía no ha ni sucedido (ejemplo: ¡No aprobaré! ¡Cómo voy a cantar delante de un tribunal! ¡Mi cante será horrible!) no merece la pena, por no decir que además es muy contraproducente. Con todo esto, no quiero decir que no sea bueno lloriquear, todo lo contrario es genial para desahogarse, pero no debemos centrar nuestro día a día en eso.

En mi caso, no hace mucho que empecé a opositar, es más quizá no sea ni la más indicada para hablar, pero lo que sí tuve muy claro es que esto no podía cambiar el tipo de persona que soy, no podía obligarme a centrar toda mi atención en ello, es decir, estudio mis horas y el día que no me cunde, es un día nefasto, pero después de eso hay mucho más. No soy de las que se lamenta, soy de las que se pone unas deportivas y se va a correr, de las que llama a una amiga y le pone las orejas coloradas por tanto lloriquearle o directamente, de las que cierra el libro, pone la música alta y cierra los ojos con un “mañana, será otro día”.

Sin ir más lejos, hoy sábado he hecho eso. En Barcelona hace un sol radiante y, para colmo, debajo de mi ventana hay una pastelería. Total, que entre los olores y el solecito he terminado asqueada y con un hambre terrible. Así que he cerrado el libro, me he ido a correr y más tarde estudiaré. Todo ello sin olvidar, que esta noche no hay excusa que valga y que ir a tomar algo, no hace mal a nadie.


Opositores, la vida son dos días y hay que vivirla, no verla pasar.